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Festival de poesía y tradición
“Puertas del mundo”*

*Puertas del mundo (1960). Juan Bañuelos

Cuando los días y los días sumados a los meses y años pasen, tal vez lo que hoy escribo no tenga ya vigencia o quizá alguien lo haya continuado. No sé. Pues nos ha tocado vivir los años del desorden, el atropello y la catástrofe más desorientadores del hombre. Mas todo es cambio; al menor movimiento del ojo se altera el mundo. Por esto creo en la humanidad y el mito, en la libertad y en la verdad. Dos hijas pródigas buscan a esta: la filosofía y la poesía; por la razón se hace camino la filosofía, por la imagen la poesía. La una elige un sentido; la otra es superabundancia de sentidos. Y en medio de todo esto el hombre, el hombre que golpea al silencio como al muro de un templo clausurado. Por la filosofía se sabe, nos dicen; pero por la poesía se nace.

Me inclino por una poesía de visiones, porque sé que lo real es lo que crea la imaginación; el mito es “producción de la imaginación. Producirlo significa sustraer de la suma de las cosas reales su significación fundamental y encarnarla en una imagen. Así germinó el realismo…Esto favorece el nacimiento de una actitud revolucionaria hacia la realidad, de una actitud que quiere cambiar el mundo” (Gorki). De esta manera, la poesía también es profética; y no hace falta que revele el porvenir, sino se trata más bien de revelar algo del eterno presente, o del eterno pasado. Persigo una simultaneidad de tiempos o épocas para lograr una total experiencia del mundo.

Por lo demás, yo mismo me he trazado una línea de conducta: ningún hombre es verdaderamente artista hasta que se libra de la mediocridad del ambiente, de la vanidad y el entusiasmo barato. La poesía de hoy debe estar orientada como una “violencia organizada” en contra del lenguaje poético y el cotidiano, que están al servicio de una clase en decadencia, la que hace que esos lenguajes sean retóricos y conservadores. Es una necesidad psicológica y social, y no el gusto exagerado de perfección o snobismo, lo que debe obligarnos a saquear el tesoro del idioma, a buscar la palabra justa.

El arma del poeta debe ser la dialéctica, y las aguas donde debe sumergirse la lucha de clases y las relaciones de producción; sólo la mística es capaz de suscitar sentimientos, decía Brecht.

Mas no todo está cumplido. Las consecuencias estéticas y éticas nuestras, definitivas, naceran de las necesidades de las luchas diarias. Víctima y cómplice del verdugo, lleno de humillación pero también de ira, avanzaré un día por el camino donde el Odio no deforma los rasgos.

Poeta de mi tiempo, crónica de un mundo ávido de pan y de concordia, dejo aquí, pues, mi primer testimonio.

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